Once años en cinco minutos: el vídeo de hemeroteca que sonroja a Sánchez por el Caso PSOE y la corrupción

Pedro Sánchez, en su línea temporal desde 2014 hasta 2015El Debate

Once años en cinco minutos: el vídeo de hemeroteca que sonroja a Sánchez por el caso PSOE y la corrupción

Al presidente del Gobierno se le cae el relato en el que pretendía sostener su inestable legislatura

Pedro Sánchez ha pedido perdón, pero no ha tomado de momento ninguna otra decisión. Lo hizo en una rueda de prensa urgente, con gesto dramático, teatralizado según los expertos consultados por El Debate, tras la dimisión fulminante de Santos Cerdán, su secretario de Organización y uno de los hombres más próximos al núcleo de poder de Moncloa. «Me equivoqué al confiar en él», dijo. Y con esa frase el presidente firmó una de las escenas políticas más humillantes de su trayectoria.

El problema para Sánchez no es solo la gravedad del caso —adjudicaciones presuntamente amañadas por cientos de miles de euros en plena pandemia, con audios que salpican al corazón del PSOE—, sino la brutal contradicción con su pasado reciente. Su caída no es solo ética, sino narrativa. Pedro Sánchez no es cualquier presidente enfrentándose a un caso de corrupción. Es el presidente que construyó su ascenso político vendiéndose como adalid de la nueva política.

«No nos va a temblar el pulso con la corrupción», decía en 2016. «Nosotros limpiamos y ellos tapan», insistía en 2018, poco antes de llegar a La Moncloa tras la moción de censura contra Mariano Rajoy. Sánchez envolvió aquella victoria en la bandera de la ejemplaridad. Un relato que ha terminado por ser falso.

Hoy, esa misma hemeroteca le pasa factura. Porque Santos Cerdán no era un militante de base. Era su hombre para las negociaciones con Junts, su estratega interno, su sombra. Su dimisión ha cogido con el pie cambiado a todo el PSOE, y el caso de corrupción por el que puede verse involucrado confirma que era una cuestión de partido.

«No hay regeneración sin ejemplaridad», proclamaba en 2015. «La corrupción no cabe en el PSOE», repetía ya como presidente. Incluso en abril de este mismo año, tras anunciar que se tomaba cinco días para reflexionar si dimitir, justificó su permanencia en el cargo con un alegato sobre «resistencia ante la calumnia» y «la superioridad moral del proyecto progresista».

Pero el escándalo de Cerdán, Ábalos y Koldo lo ha desbordado. La oposición clama dimisiones. Sus socios se muestran incómodos. Y mientras tanto, Sánchez intenta frenar la sangría prometiendo auditorías, reestructuraciones y más controles... que parece que él no ha hecho al elegir a su núcleo duro, en repetidas ocasiones.

«Quien la hace la paga», sentenciaba Sánchez hace unos años. Hoy, con su círculo más estrecho bajo la lupa judicial, la pregunta es si esa frase se aplicará también a sí mismo. Porque la corrupción ya no es una rémora del pasado ni un arma arrojadiza contra el PP. Es una mancha en su propio expediente, amplificada por una hemeroteca que ahora se le vuelve en contra como un espejo cruel.

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